
Entre la pepsi light vencida, y el teléfono quemandome las neuronas, no encuentro ganas ni fuerzas de decir algo. Expresar la ira comprimida dentro de mi bazo, un poco más a la izquierda que mi ovario Lenny. Cansada de decir idioteces, cansada de pensarlas, cansada de pronunciar cada palabra sin sentido vomitada por mi lengua, en el exagerado y catastrófico deseo de sentirme mejor. Ilusiones al carajo, ilusiones a la mierda. Si en un par de días el mundo vuelve a ser tan aburrido como antes, ¿Para qué regocijarse con lo mucho lindo que traigo sobre los hombres? ¿Para que emprender el azaroso y contingente camino que estoy analizando si sé que termina en una gruta sin fin? Si ya me la conozco de memoria, de izquierda a derecha, de arriba abajo, al centro y pa' dentro. Ya me conozco el sudor frío sobre la frente como si fuese matutino, ya me conozco la sensación de vacío y decepción, del espacio que antes estaba rosado y rebozante y ahora yace desaguado, libre, evacuado, desinflado, descargado, desembarazado (Viva sinónimos.com) Entonces, ¿Qué hago? Lo de siempre hermana, lo de siempre, seguí la corriente y dejá que ella misma te estampe contra las rocas puntiagudas de lleno (y de cara, OBVIAMENTE) Que mina inteligente.
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