Ok, ¿Cómo puedo describirme a mí misma sin exagerar ni parecer demasiado simple? Soy exagerada, simple, pero por sobre todas las cosas, pensante. Aspiro, pienso, creo, logro. Quiero ser tantas cosas, que realmente no me importa que pase mientras siga siendo yo misma. Ah, y me encanta el limón.

Seguidores

22 octubre, 2009

Mi nombre es Peter Leiner, soy austriaco y llegue a la ciudad de Buenos Aires el 27 de julio de 1919. Esta es mi historia: Perdí mi anterior trabajo por desinteligencias mías, y estuve tan deprimido que durante dos meses y medio no tuve la oportunidad (ni tampoco la busqué) de conseguir otro empleo. Tengo dos hijos hermosos, y una mujer, o tenía una mujer, porque al ver que no me esforzaba por progresar, me dejó llevandose a mis dos hijos. Pero un día, uno de mis pocos amigos me dió un consejo que voy a agradecer por el resto de mi vida. Me hablo de una ciudad, allá por américa, en la que se decía que había muchas oportunidades de trabajo. No era certero, pero como yo no tenía nada que perder y el viaje era gratis, me subí al primer barco sin pensarlo dos veces. El viaje fue espantoso, al subir a ese barco comprendí por qué lo regalaban. Viajé como ganado todo esos cientos de kilómetros en condiciones deplorables. Pasé mucho tiempo sin ver ni un rayo solar. Pero tenía asignado al menos 1 metro cuadrado para mí solo en ese lugar, qué amables (sarcasmo). Cuando finalmente llegué al puerto, uno de mis compañeros me informó que contaba con cinco días gratis en el hotel de inmigrantes, lo cuál fue un alivio para mí, ya que no contaba con demasiado dinero. Ni bien desembarqué, fui redirigido hacia la oficina de registraciones, donde tomaron algunos de mis datos y finalmente me asignaron mi número de cama, también el horario de desayuno y el del lavadero. Las camas eran incómodas, pero estaban perfectamente organizadas para que no se propagasen enfermedades (o al menos eso dijo mi compañero de abajo) y siempre se las mantenía limpias. No había colchón, y el segundo día me desperté sin poder mover el cuello gracias a la falta de almohadas. La comida no estaba tan mal, nos servían desayuno, almuerzo y cena. El segundo día ya me dirigí a la oficina de empleos, donde me ofrecieron una porción de tierra para labrar, ya que en un principio les especifiqué que me dedicaba a la agricultura. También me dieron elementos de trabajo y semillas. Es decir, ya tenía todo para empezar, todo lo que tenía que darles era una pequeña retribución de mis ganancias. Luego de un tiempo mi esposa y mis hijos vinieron a vivir aquí también y desde entonces vivimos felízmente por aquí.

1 comentario:

toyguns dijo...

tengo qe acerte acordar que ese final fue modifica por mi. Era demasiado feliz, habia que ponerle un toque de realismo, NO TODO ES COLOR DE ROSA! yo lo se muy bien. ajjajajajaja estoy en pesimista(Y) te amo amiga de las mejorcitas que tengo